Juegorama presenta su próximo proyecto: The Last Mechs el juego de mesa próximamente en Kickstarter.
Enlace de precampaña:
https://www.kickstarter.com/projects/juegorama/last-mechs
Introducción:
The Last Mechs es un juego cooperativo de 1 a 4 jugadores con exploración de mapa, Dungeon Crawler ambientado en un mundo postapocalíptico con modo campaña narrativa donde nos guiará durante toda la aventura através de un Comic ilustrado.
Adicionalmente a la campaña cada héroe tendrá un mini Comic con su historia personal que podremos ir descubriéndola, buscando pistas en las ciudades.
Podremos elegir entre 4 tipos de héroes, Paul “The Leyend” Mercenario ex Militar, Karl El mecánico con su inseparable Droide D-Sherpa, Lorna con su Mech de carga modificado y Gork el contrabandista.
The Last Mechs tiene pinceladas de rpg, dado que los héroes tienen características de pilotaje de Mech, reparación, exploración y comunicación, y podrán conseguir nuevas habilidades a cambio de puntos de experiencia.
Transfondo:
Recuerdo que mi abuelo me contó una vez que había leído una frase muy divertida en un antiguo libro de antes de la Gran Guerra. La cita era de un tal Einstein y decía: “No sé con qué armas se combatirá la tercera guerra mundial, pero la cuarta se peleará con palos y piedras” ¡Qué poca idea tenía el tipo! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Para la tercera y para todas las que vinieron después tuvimos a estos duros y despiadados hijos de puta mecánicos!
Billy “Nuke” Norton
Veterano de la 1ª Guerra Mech
A finales del siglo XXII, el mundo se encuentra en una situación límite. A pesar de los muchos avances científicos, el colapso medioambiental, la superpoblación y la escasez de recursos son el caldo de cultivo perfecto para que se desencadene un inevitable y devastador conflicto bélico a gran escala.
Las antiguas naciones han sido sustituidas por conglomerados de mega-corporaciones que ahora son las entidades que realmente rigen el destino del mundo. Cinco de estas facciones se disputan el control total del planeta: La Alianza Americana, formada por los Nuevos Estados Americanos y Panamérica del Sur, la Federación Euroasiática, la Nación Qin, el Bloque Africano y la Mancomunidad del Pacífico.
Los ejércitos convencionales habían dejado paso a enormes regimientos mecanizados tremendamente avanzados y con un poder destructivo sin paragón. En primera línea de batalla se encontraban los Mechs, la punta de lanza de estas unidades militares, robustos ingenios mecánicos de varios metros de altura, pilotados por soldados entrenados específicamente para tal fin. Estos titanes acorazados tenían a su disposición un extenso y mortífero arsenal y estaban protegidos con resistente blindaje. Una de estas máquinas de guerra podía desenvolverse con igual soltura combatiendo contra tropas terrestres, vehículos blindados o cualquier tipo de aeronave.
En la retaguardia, pero no por ello menos importantes, se encontraban los escuadrones de soldados equipados con servoarmaduras. Menos resistentes y con un armamento de menor potencia que el de los mechs, estos combatientes eran sin embargo un elemento muy a tener en cuenta en el campo de batalla.
Su protección superior, mayor velocidad, potencia de fuego y su avanzado sistema de puntería los situaba muy por encima de las capacidades ofensivas de cualquier otra tropa de infantería convencional. Uno sólo de estos soldados de élite podía eliminar a un pelotón enemigo al completo en cuestión de minutos. Algunas de estas armaduras estaban equipadas con sistemas de propulsión, capacidad que las hacia ideales para misiones de infiltración tras las líneas enemigas, emboscadas, sabotaje o interrupción de líneas de suministro. Incluso los mechs más pesados y mejor equipados debían pensárselo dos veces antes de entrar en combate contra uno de estos letales escuadrones.
Los populares y antaño efectivos robots de combate habían dejado de utilizarse como instrumento militar hacía más de una década, justo después de que una IA de combate de la Nación Qin resultase infectada por el virus informático conocido como Agamenón y hubiese estado a punto de aniquilar a toda la raza humana.
Una disputa sobre la propiedad de un valioso yacimiento de minerales recién descubierto fue el detonante que desencadenó el conflicto que sería conocido posteriormente como la Gran Guerra. En ella se enfrentaron la Alianza Americana y la Federación Euroasiática, ambas con intereses en la zona; aunque muy pronto el resto de las corporaciones se vieron involucradas en los encarnizados combates por una razón u otra.
Con el mundo sumido en el caos tras años de sangrientos combates y a pesar de los desesperados intentos diplomáticos por alcanzar la paz, la tensión en la escalada bélica alcanzó su cúspide el 29 de agosto de 2197. Esa madrugada el cielo se llenó con las estelas luminosas de miles de cabezas nucleares en ruta a sus objetivos designados.
Los impactos arrasaron las principales ciudades. Afortunadamente, los sofisticados sistemas de defensa aérea consiguieron neutralizar a la gran mayoría de los proyectiles lanzados. Sin embargo, prácticamente todo el planeta se vio expuesto en mayor o menor medida a la radiación resultante de las explosiones producidas en las capas más altas de la atmósfera.
Con las urbes convertidas en enormes fosas comunes, los pocos supervivientes buscaron refugio bajo tierra o en las zonas menos contaminadas. El invierno nuclear que sobrevino a continuación duró décadas y la hambruna y las enfermedades diezmaron a la población dejándola casi al borde de la extinción.
En un planeta Tierra convertido ahora prácticamente en una extensión yerma, los pocos supervivientes trataron de salir adelante aprovechando lo que quedaba de las ruinas del antiguo mundo. El páramo era un lugar inhóspito y peligroso y muy pronto tuvieron que levantar primitivos asentamientos fortificados para protegerse de las extrañas criaturas que cada poco tiempo surgían de las extensiones contaminadas y de los asaltos y saqueos de grupos de nómadas salvajes o de habitantes de otros asentamientos vecinos.
Era sólo cuestión de tiempo que los veteranos de aquel primer conflicto fratricida diesen un paso al frente resucitando de nuevo a aquellos mortíferos ingenios bélicos. Sobre las cenizas del antiguo orden mundial se comenzó a construir uno nuevo, uno basado en la supremacía de las ciudades que eran capaces de atraer a un mayor número de estas máquinas.
El poder de aquellos que podían manejar y reparar estos antiguos artilugios era incuestionable, pronto muchos de ellos se convirtieron en líderes de renombre, en tiranos o en sanguinarios señores de la guerra.
Algunos de estos asentamientos prosperaron, aumentando tanto en población como en tamaño, aprovechando cada pieza de tecnología antigua que eran capaces de recuperar. En estas nuevas “ciudades”, las empalizadas fueron sustituidas por altos y resistentes muros y se crearon a su alrededor y bajo ellas intrincados laberintos de metal llenos de compuertas blindadas, trampas y callejones sin salida para intentar disuadir a los potenciales atacantes.
En este ambiente de tensión y desconfianza era lógico suponer que los conflictos estallarían de nuevo, más sangrientos y brutales que nunca, por el control del territorio, por los escasos recursos naturales, en definitiva, por la supervivencia.
Los años venideros verían pasar muchas Guerras Mechs, donde líderes y caudillos se alzaron para caer después, donde florecieron ciudades cuyos nombres hoy en día no son más que recuerdos en la memoria de los más viejos del lugar.
Hace unos años, y no sin dificultades, pudo alcanzarse una frágil paz en el páramo. Las urbes y asentamientos más importantes de la región se reunieron con la intención de crear un instrumento de mediación con el que resolver sus disputas de manera más civilizada.
La firma de aquel tratado dio como resultado la creación del Consejo de las Ciudades Libres, un órgano consultivo formado por representantes de todas las poblaciones, gremios y credos religiosos. A pesar de que sus decisiones no eran vinculantes, sus opiniones siempre eran escuchadas y respetadas en la mayoría de los casos.
A pesar de los recelos iniciales, el pacto pronto comenzó a dar sus frutos. El comercio floreció de nuevo gracias a que pudieron establecerse rutas comerciales estables entre los distintos asentamientos. Parte de este éxito fue consecuencia de la creación del cuerpo de Rangers de las Ciudades Libres, un grupo de aguerridos hombres y mujeres que como representantes de la ley se aseguraban de mantener las rutas comerciales abiertas y libres de asaltantes y amenazas mutantes y velar por la seguridad de los que las transitaban.
Sin embargo, sería de necios dejarse invadir por un sentimiento de euforia, puesto que la vida sigue siendo una lucha diaria por la supervivencia. El páramo es un lugar inhóspito, lleno de peligros y que raramente da segundas oportunidades. Sin embargo, también está lleno de oportunidades para todos aquellos lo suficientemente osados como para aventurarse en sus paisajes salvajes e inhóspitos en busca de los tesoros que aún oculta.
Acompáñame ahora a Metal City busca fortunas, el lugar donde dan comienzo todas las aventuras. Bueno o al menos aquellas que terminarán pasando a formar parte de la legendaria historia del páramo.
Este es el mundo en el que has nacido.
Este es el mundo de THE LAST MECHS.
Fases del juego:
Una fase de viaje por el mundo donde se pondrá a prueba a nuestros héroes.
Una fase de búsqueda en el páramo donde pueden ocurrir diferentes aventuras independientes de la campaña y encontrar recursos o tecnología.
Una fase de guardia si los héroes deciden acampar en el páramo.
Una fase de exploración por los peligrosos laberintos de metal para poder acceder a las grandes ciudades.
Una fase en las ciudades o asentamientos.
Pronto más noticias!
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